29 de noviembre de 2010
El Papa crea polémica con declaraciones sobre el condón
La justificación por parte de Benedicto XVI del uso del preservativo en “algunos casos” y sus afirmaciones de que los papas no son infalibles suponen un “giro clamoroso” en el Pontificado, según los observadores, aunque el Vaticano ha matizado que no se trata de un “cambio revolucionario”.
“El razonamiento del Papa está claro que no puede ser definido un cambio revolucionario”, afirmó hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi, en una nota en la que “explicó” las declaraciones de Benedicto XVI sobre la lucha contra el sida y el uso de condones recogida en el libro-entrevista “Luz del mundo”, del escritor alemán Peter Seeewald, que sale a la venta el 23 de noviembre.Preguntado por la sexualidad, el Papa Ratzinger dice en el libro, que “concentrarse sólo” en el preservativo significa “trivializar” la sexualidad y que esa “trivialización” hace que muchas personas no vean en la sexualidad la expresión del amor, “sino sólo una especie de droga, que se suministran a sí mismos”.
Pero añade: “Pueden haber algunos casos justificados (del uso del condón), por ejemplo cuando una prostituta (o prostituto, según el idioma del libro) utiliza un profiláctico. Ello puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad, consciente de que todo no está permitido y no se puede hacer todo lo que uno quiere”.
Benedicto XVI agrega que, de todas maneras, el uso del preservativo “no es la verdadera manera para combatir el sida, ya que es necesaria una humanización de la sexualidad”.
La “apertura” del Papa al uso del condón, la primera vez que un Pontífice lo hace, ha levantado un gran revuelo en todo el mundo y ha sido apreciada por la agencia de la ONU para la lucha contra el sida, que la considera un “paso adelante significativo y positivo”.
Ante el interés desatado por la clamorosas afirmación, Lombardi precisó que no se trata de “un cambio revolucionario”, sino de una “visión comprensiva y previsora” para llevar a una humanidad “culturalmente muy pobre hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad”.
Según el jesuita, las palabras del Papa “no cambian las enseñanzas de la Iglesia, sino que las reafirman en la perspectiva del valor y de la dignidad de la sexualidad humana como expresión del amor y la responsabilidad”.
Lombardi precisó que el Papa no justifica moralmente el ejercicio “desordenado” de la sexualidad y que sólo considera el uso de profiláctico para disminuir el riesgo del contagio del sida como una situación extrema”.
Subrayó que numerosos teólogos morales y eclesiásticos ya han mantenido posturas análogas, pero que “es verdad que nunca antes” se habían escuchado “con tanta claridad en la boca de un Papa”.
Sobre este primer “sí” al condón, el director de L’Osservatore Romano, Giovanni María Vian, dijo hoy a Corriere della Sera que la doctrina “en sí no cambia”, pero que las palabras de Benedicto XVI son “el realismo de pastor”.
El director del diario del vaticano aseguró que la Iglesia y el Papa “sufren prejuicios tenaces” y que, si se presenta a la Iglesia ante el mundo “como cerrada, retrógrada, despiadada, sorda, enemiga de los hombres”, las palabras del Papa son “un cambio clamoroso”.
Las palabras de Benedicto XVI sobre los preservativos no son las únicas que han levantado revuelo, ya que en el libro dice también que considera “equivocado” afirmar que los papas son infalibles, “ya que un Pontífice también se equivoca”.Según Benedicto XVI, el Papa se comporta “como cualquier otro obispo” y sólo en determinadas condiciones “cuando la tradición es clara y se sabe que no se actúa arbitrariamente, entonces puede decir que esa cuestión determinada es fe de la Iglesia”.
“Obviamente, el Papa puede equivocarse, ser Papa no significa considerarse un soberano colmo de gloria, sino uno que da testimonio de Cristo crucificado”, afirma el Pontífice.
La infalibilidad papal, aprobada por el Concilio Vaticano I (1869-1870), es uno de los puntos que separan a las Iglesias Católica y Ortodoxa.
El Papa Ratzinger también ha asegurado que nunca pensó en ser elegido y que, aunque Dios le da fuerzas para seguir, se da cuenta de que, a sus 83 años, “las fuerzas van disminuyendo”.
Preguntado sobre si alguna vez ha pensado en renunciar al Papado, Ratzinger no duda en afirmar que si un día se da cuenta de que no puede física, psicológica o espiritualmente desarrollar su labor, no dudaría en dimitir.
En el libro, el Papa también afirma que no le sorprendieron “del todo” los escándalos de curas pederastas, pero la dimensión del escándalo sí ha sido “un shock enorme”.
Sobre la presencia de la mujer en la Iglesia, afirma que la Iglesia “no tiene facultad alguna” para poder ordenar mujeres sacerdotes y, sobre el obispo lefebvriano Richard Williamson, dice que si llega a saber antes que negaba el holocausto judío no le habría levantado la excomunión.
23 de noviembre de 2010
Monasterios en el mundo
Monasterios suspendidos del cielo, Monasterios suspendidos en el aire o Monasterios arriba del cielo, están localizados al norte de Grecia, en la llanura de Tesalia.
("suso" significa "arriba" en castellano, aunque ya en desuso) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla , provincia de La Rioja (España).
se halla en el término municipal del Port de la Selva en la provincia de Gerona de Cataluña (España).
El nombre de la rosa.
Argumento:
Una abadía benedictina en Italia ha sido sacudida por un hecho inexplicable: uno de sus monjes ha muerto de una forma muy misteriosa. Para investigar tan extraño suceso, deciden confiar a un monje franciscano, fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery), quien llega a la abadía acompañado de su joven discípulo Adso de Melk (Christian Slater), para una reunión entre la legación papal (entonces radicada en Aviñón, Francia) y los llamados "espirituales" de la recién nacida orden franciscana, entre quienes se encuentra Ubertino da Casale. No obstante y dados los acontecimientos, a su llegada Guillermo es requerido por el abad para que investigue el extraño suceso. Guillermo de Baskerville, otrora inquisidor, posee una inteligencia y perspicacia que no concuerda con la humildad de un buen franciscano, pero es precisamente por pensadores de la época como Roger Bacon y Guillermo de Occam, promotores de la ciencia y el razonamiento lógico como un don divino, que Guillermo de Baskerville va desentrañando los secretos que oculta esta abadía enclavada en el norte de la Roma del siglo XIV.
En la abadía, de la cual a propósito se omite el nombre, viven monjes que vienen de lugares remotos y acuden al santo lugar para poder acceder a libros que solo se encuentran en esa biblioteca; al mismo tiempo, llegan con algún rollo o alguna edición “rara” que contribuir al acervo de la Abadía. Los monjes extranjeros copian a mano los textos que solicitan y elaboran cuidadosamente una nueva “edición” para poder regresar a su monasterio con el texto requerido.
Son tiempos en los que el emperador ha calificado al Papa Juan XXII de herético, y éste a su vez mantiene una guerra en contra de los frailes de la vida pobre, quienes son representados por la orden de San Francisco, la cual tiene algunas décadas de haber sido “reconocida”, pero que atenta – según el pontífice de Aviñon – contra los intereses de la Iglesia Católica, pues sustentan que los apóstoles y Cristo jamás poseyeron nada ni en común ni en uso, lo cual es precisamente el asunto a dirimirse durante el encuentro de la Legación Papal y la joven orden franciscana, encabezada por Michele da Cesena.
En el fondo, lo que le preocupa a la alta curia no es que se sepa si Jesús fue pobre o no: en todo caso, la angustia nace de la idea que pueda gestarse entre los fieles sobre si debe ser pobre o no la Iglesia Católica. En caso afirmativo, la influencia y poder que ha ostentado peligrarían. El emperador Ludovico es quien antagoniza pues con el sucesor de Pedro. Algunos de quienes forman el grupo de los “espirituales” franciscanos integraron el Capítulo de Perusa y cuentan con el respaldo del emperador, a quien conviene que se pregone la pobreza como forma de vida y la “regla” franciscana. La reunión de ambas legaciones es pues de suma importancia.
Siendo pues Guillermo de Baskerville un hombre agudo, descubre que todos en la abadía tienen algo que ocultar: algunos, vicios de la carne; y otros, vicios del espíritu. Es precisamente la sed de conocimiento (que en el libro de Umberto Eco denomina como “lujuria del intelecto”) la que origina los mas trágicos acontecimientos vistos en tan tranquilo y santo lugar, dedicado a la oración.
Es por ello que se guardaban con tanto celo algunos libros considerados como “prohibidos”: tal es el caso de "Poética", escrito por Aristóteles, cuya única copia se encuentra resguardada de ojos curiosos en el Edificio (la Biblioteca) ya que el filósofo sostiene a través de sus ejemplos – todos cómicos - que es a través de la risa que se puede dar gloria a Dios, cosa que Jorge de Burgos – uno de los monjes benedictinos más viejos ente los que habitan este monasterio - sostiene que la risa no es buena para el hombre: afirma que el libro podría incitar a los hombres a perder el miedo al infierno y no necesitar a Dios.
En la cinta, magistralmente dirigida por Jean-Jacques Annaud, se observa un ríspido diálogo protagonizado por Jorge de Burgos y Guillermo de Baskerville, donde precisamente éste último ejemplifica cómo algunos santos apelaban a la risa para burlarse de los infieles mientras que el anciano y ya ciego monje de Burgos sostiene que ello no es sino la puerta abierta para el pecado.
Este tipo de conocimiento aparece como un delito para la Iglesia Católica, en este caso representada por el “Venerable Jorge”. Fuera de la religión, no se permitía la libertad de pensamiento. Sólo la compostura y el más estricto cumplimiento de “La Regla” eran permitidos. Como claro ejemplo, está este libro misterioso: quien leía su contenido moría.
Una abadía benedictina en Italia ha sido sacudida por un hecho inexplicable: uno de sus monjes ha muerto de una forma muy misteriosa. Para investigar tan extraño suceso, deciden confiar a un monje franciscano, fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery), quien llega a la abadía acompañado de su joven discípulo Adso de Melk (Christian Slater), para una reunión entre la legación papal (entonces radicada en Aviñón, Francia) y los llamados "espirituales" de la recién nacida orden franciscana, entre quienes se encuentra Ubertino da Casale. No obstante y dados los acontecimientos, a su llegada Guillermo es requerido por el abad para que investigue el extraño suceso. Guillermo de Baskerville, otrora inquisidor, posee una inteligencia y perspicacia que no concuerda con la humildad de un buen franciscano, pero es precisamente por pensadores de la época como Roger Bacon y Guillermo de Occam, promotores de la ciencia y el razonamiento lógico como un don divino, que Guillermo de Baskerville va desentrañando los secretos que oculta esta abadía enclavada en el norte de la Roma del siglo XIV.
En la abadía, de la cual a propósito se omite el nombre, viven monjes que vienen de lugares remotos y acuden al santo lugar para poder acceder a libros que solo se encuentran en esa biblioteca; al mismo tiempo, llegan con algún rollo o alguna edición “rara” que contribuir al acervo de la Abadía. Los monjes extranjeros copian a mano los textos que solicitan y elaboran cuidadosamente una nueva “edición” para poder regresar a su monasterio con el texto requerido.
Son tiempos en los que el emperador ha calificado al Papa Juan XXII de herético, y éste a su vez mantiene una guerra en contra de los frailes de la vida pobre, quienes son representados por la orden de San Francisco, la cual tiene algunas décadas de haber sido “reconocida”, pero que atenta – según el pontífice de Aviñon – contra los intereses de la Iglesia Católica, pues sustentan que los apóstoles y Cristo jamás poseyeron nada ni en común ni en uso, lo cual es precisamente el asunto a dirimirse durante el encuentro de la Legación Papal y la joven orden franciscana, encabezada por Michele da Cesena.
En el fondo, lo que le preocupa a la alta curia no es que se sepa si Jesús fue pobre o no: en todo caso, la angustia nace de la idea que pueda gestarse entre los fieles sobre si debe ser pobre o no la Iglesia Católica. En caso afirmativo, la influencia y poder que ha ostentado peligrarían. El emperador Ludovico es quien antagoniza pues con el sucesor de Pedro. Algunos de quienes forman el grupo de los “espirituales” franciscanos integraron el Capítulo de Perusa y cuentan con el respaldo del emperador, a quien conviene que se pregone la pobreza como forma de vida y la “regla” franciscana. La reunión de ambas legaciones es pues de suma importancia.
Siendo pues Guillermo de Baskerville un hombre agudo, descubre que todos en la abadía tienen algo que ocultar: algunos, vicios de la carne; y otros, vicios del espíritu. Es precisamente la sed de conocimiento (que en el libro de Umberto Eco denomina como “lujuria del intelecto”) la que origina los mas trágicos acontecimientos vistos en tan tranquilo y santo lugar, dedicado a la oración.
Es por ello que se guardaban con tanto celo algunos libros considerados como “prohibidos”: tal es el caso de "Poética", escrito por Aristóteles, cuya única copia se encuentra resguardada de ojos curiosos en el Edificio (la Biblioteca) ya que el filósofo sostiene a través de sus ejemplos – todos cómicos - que es a través de la risa que se puede dar gloria a Dios, cosa que Jorge de Burgos – uno de los monjes benedictinos más viejos ente los que habitan este monasterio - sostiene que la risa no es buena para el hombre: afirma que el libro podría incitar a los hombres a perder el miedo al infierno y no necesitar a Dios.
En la cinta, magistralmente dirigida por Jean-Jacques Annaud, se observa un ríspido diálogo protagonizado por Jorge de Burgos y Guillermo de Baskerville, donde precisamente éste último ejemplifica cómo algunos santos apelaban a la risa para burlarse de los infieles mientras que el anciano y ya ciego monje de Burgos sostiene que ello no es sino la puerta abierta para el pecado.
Este tipo de conocimiento aparece como un delito para la Iglesia Católica, en este caso representada por el “Venerable Jorge”. Fuera de la religión, no se permitía la libertad de pensamiento. Sólo la compostura y el más estricto cumplimiento de “La Regla” eran permitidos. Como claro ejemplo, está este libro misterioso: quien leía su contenido moría.
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